Estás en el suelo, es de noche, perdido, rodeado de árboles llenos de hojas; desconoces la razón del porqué te encuentras allí. de repente notas algún movimiento alrededor tuyo que te incomoda. Te asustas. Intentas echar a correr pero tus piernas no reaccionan. Miras hacia tus pies, estás esposado por algún tipo de rama con espinas, como si fuera una esparraguera. Sientes el movimiento cada vez más cerca y un fresco aliento en la nuca, no muy agradable. Ya no puedes hacer más fuerza, vencido por el miedo y el desconocimiento por no saber qué estaba pasando, te relajas y te esperas lo peor. De repente, sientes los pies liberados, ya no ves la esparraguera, pero alguien o algo te coge las piernas y te estira para fuera del bosque. Ante ti hay una silueta, con ropa de camuflaje vieja y desgastada, con una máscara de gas que no deja ver su rostro, unos zapatos gruesos llenos de barro y en las sus manos, un hacha bien afilada, que no invita a hablar. Él, acercándose a ti,